Lecturas del tercer domingo de Pascua

El camino para ser testigos de la Pascua

Cristo resucitó, venció a la muerte y al pecado, pero esto fue dado a conocer a un grupo de personas, los testigos de la Pascua de Jesús. Nuestra fe vive de ese testimonio, y por eso estamos llamados, también nosotros, a ser testigos de Jesús y su triunfo de amor y vida.

¿Qué se le pide a un testigo? Primero, que haya visto u oído algo que es importante, relevante. Segundo, que sea una persona confiable en su testimonio, que de una mediana certeza de que su palabra es verdadera. Tercero, que esté seguro de lo que dice, convencido. Estas tres notas se tienen que dar en un testigo de Jesús. Llama la atención que los discípulos de Jesús no se transformen automáticamente en testigos de la Pascua, necesitan hacer un proceso, recorrer un camino. Vamos a recorrer este camino de la mano de los textos de este domingo.

. Reconocer la propia responsabilidad, poder aceptar nuestras fragilidades para que el Señor obre en ellas. Este es el principio de la conversión, con la confianza de que el Señor es generoso y capaz de perdonar. Es lo que Pedro y los otros apóstoles invitan a los dirigentes y a todo el pueblo de Jerusalén a vivir, es la invitación de Juan: reconocer el pecado, enfrentarlo, vencerlo con Jesús.

. Enfrentar nuestras dudas y temores. A los discípulos les costó mucho creer, Jesús "durante muchos días" se encontró con ellos, les mostró sus manos y su costado, comió con ellos. La paz que Cristo les trae va disipando de a poco esta falta de fe y este temor, para que tengan la convicción necesaria para su misión.

. Dejar que Cristo nos abra la inteligencia, para comprender las Escrituras, es decir, para entender que su entrega en la cruz y la Resurrección son parte del plan de Dios, que el Señor no se deja vencer por el mal, y que de esta manera cumple sus promesas. Frente a la mente cerrada de los apóstoles, que se niega a ver lo que está en el recuerdo que tienen de Jesús, en la Palabra de Dios, Jesús los ayuda a descubrir el sentido y la meta de todo el proyecto de Dios: la vida, la salvación de toda la humanidad.