Testimonio de Macarena, salteña misionera en Mozambique

"Emanuel: Dios con nosotros

El 25 de noviembre a eso de las 22:40hs llegué a Bs.As. Otra vez en suelo Argentino. Mezcla de emociones y sentimientos. Ha pasado un año y 10 meses desde que me embarqué en este sueño de decirle sí a Jesús.
África en general, Mozambique en particular, ha cambiado mi vida. Dios me ha moldeado de tal manera que no tengo más que palabras de agradecimiento para Él que actúa misteriosamente en el camino de cada uno. Mi experiencia en aquellas tierras no se entiende fuera del marco de la fe, del llamado que Dios realiza en cada persona: llamado a la vida, llamado a ser felices, llamado a ser con los otros. Es allí en donde, desde mi primer experiencia misionera, sentí el amor real, simple y profundo de Dios que se renueva y actualiza permanentemente cada vez, claro, que nos abrimos a su presencia, a su misterio.

Este tiempo de preparación para la Navidad es una bella oportunidad para redescubrir nuestra vida a la luz de la presencia de Aquél que viene, siendo pequeño, para hacerse grande. Jesús quiere obrar maravillas en nuestra historia y no puede hacerlo si no le damos espacio y tiempo. Si no nos animamos a dejar nuestras seguridades para subirnos a esta hermosa locura de ser cristianos, de elegir a Jesús y a la Iglesia como forma de ser y estar en el mundo.

Dios no es una idea. Es un amor de verdad, un amor que nos penetra y hacer sentir plenos en donde sea que estemos. Estando en Mozambique me sentí con ganas de volverme varias veces, porque en las dificultades uno naturalmente tiene ganas de irse... pero en su sabiduría permanecí. Gracias a la oración, gracias al cariño de mi familia, de mis amigos y muy especialmente gracias a la gente, al equipo misionero en el que aprendí que no se trata sólo de uno... hay algo más, hay un Todo. Hay un Dios con nosotros. Hay un Dios que se manifiesta y que en la dificultad te vuelve hacer sentir su gran amor y misericordia. Dios no nos abandona nunca. Jesús está, Jesús habita y existe en la comunidad, en la realidad, en la historia.
En este pequeño testimonio que comparto quisiera hablarles de cada persona de Muvamba y de Xipamanine porque cada una ellas me enseñó algo pero se haría realmente extenso. Llevo en mis ojos a cada uno y cuando alce mi copa, celebrando el nacimiento de Jesús, brindaré por cada uno y por lo que Dios hizo en mí a través de ellos y del tiempos transitado en aquellas geografías.

Todos estamos llamados a ser con los otros, a entregarnos, a servir desde lo que sabemos y desde lo que no sabemos hacer. Cualquier oportunidad es buena para evangelizar me dijo una vez el P. Santiago. Y creo en verdad que es así. Cada uno, desde donde esté, pregúntese a donde está llamado a aportar. Ser cristiano, para mí, es estar comprometido con la vida: la personal, la que aquellos que están a nuestro lado y la de aquellos que más sufren; es comprometerse con el evangelio, es poner luz en las situaciones de opresión, de desigualdad, de injusticia; es no ser indiferente, es no callarse, es decir con convicción que creemos en el Dios de la VIDA; es acompañar la vida de la gente con todo lo que implica. Vida y fe no caminan separado.
Es cuestión de dejar de lado tantos prejuicios y miedos que nos guardan para nosotros mismos y saltar a los brazos del más Grande de todos: Jesús. No se trata de nosotros. Se trata de Él en nosotros.

María del Perpetuo Socorro, nuestra Madre misionera, nos sostiene y nos señala a su Hijo. Siempre.

Animémonos! La misión nos necesita!"

Macarena Sarmiento